La confianza de los empresarios hosteleros en la evolución de sus negocios terminó el año en terreno negativo, repitiendo la tendencia del trimestre anterior, según el Indicador de Confianza Hostelera del cuarto trimestre de 2024, elaborado trimestralmente por HOSTELERÍA DE ESPAÑA, con el que se mide la percepción de los hosteleros acerca de la marcha de sus negocios.
El índice de confianza obtiene un resultado negativo situándose en 84,1 puntos, valor similar al del trimestre previo, y supone 8,9 puntos menos en comparación con el mismo período de 2023. En el cuarto trimestre, el indicador anual fue el único con valor positivo, mientras que tanto el índice trimestral como el de expectativas se mantuvieron en negativo.
En concreto, comparando con el cuarto trimestre de 2023, el balance es de 1,6 puntos, resultado de que un 33,5% de los encuestados valoró de manera favorable la evolución de su negocio, mientras que un 31,4% percibió un empeoramiento, y un 34,7% opinó que se mantuvo igual.
La comparación trimestral reflejó un balance negativo (-6,8 puntos), con un resultado peor que en el trimestre anterior y que en el mismo período del año anterior, que había sido positivo. Este índice es resultado de un 33,6% de opiniones favorables, frente a un 40,4% que considera que la actividad empeoró y un 26% que la percibe igual.
El balance de expectativas es el más negativo (-42,5 puntos), un valor más bajo que en el trimestre anterior y que el del mismo período de 2023. Esto se debe a que más de la mitad de los encuestados (59,8%) prevé un inicio de 2025 más negativo, mientras que solo un 17,3% piensa que va a ser mejor y un 22,9% cree que la situación se mantendrá igual.
La mayor presión fiscal sigue siendo la mayor preocupación de los hosteleros entre los problemas internos, seguida de los costes salariales, que han ganado relevancia. Los costes de las materias primas se sitúan a continuación, que a lo largo del año han ido perdiendo importancia, mientras que la presión fiscal se ha vuelto más significativa.
En cuanto a los factores externos, los precios altos continúan siendo la mayor preocupación, aunque su influencia ha bajado ligeramente en la segunda mitad del año. La productividad del empleo ha ganado protagonismo, ocupando el segundo lugar en la segunda mitad del año, superando a los costes financieros. Del resto de los factores todos experimentaron una caída en su influencia, excepto los precios bajos y el nivel de tecnificación, que se mantuvieron estables.